martes, 9 de abril de 2013

Capítulo 3:



     - Nos tenemos que ir.- le volví a repetir a Kaley mientras le quitaba el vaso.
    - Vamos Holly, no seas aguafiestas.- le dio un trago a lo que llevaba en el vaso.- Nos lo tenemos que pasar bien.
      Solté un suspiro y miré a Matt, quien no tardó mucho en obligar a Kaley a salir fuera. Abrí la puerta de la salida para dejarles pasar y la cerré enseguida. Tal como lo pensaba, mi amiga, no paraba de hacer fuerza para que Matt la soltara, pero no lo consiguió. En cuanto sus berrinches de niña pequeña acabaron, empezamos a caminar hacia mi casa.
    - ¿ Le suele pasar a menudo?
      Desvíe la mirada de Kaley para posarla en Matt.
       Me encogí de hombros.
    - No quedo con ella cuando sale de fiesta.- volví a mirar a la borracha que iba delante mío diciendo cosas sin sentido.- Pero te aseguro que no es la primera vez.
      No dijo nada y se dedicó a sacar un cigarro y a meterse en la boca para después encenderlo.
    - Es malo.- comenté refiriéndome a lo de fumar.
    - No salir de fiesta también es malo.
      Le miré arqueando las cejas. Antes de hablar dediqué unos segundos a analizar su rostro. Tenía los ojos marrones claros, sus labios eran gruesos y rosados y tenía el pelo corto, castaño y levantado hacia arriba. Había usado tanta gomina que, con el fuerte viento que hacia, no se movía ni un centímetro.
      No me di cuenta, pero no disimulada nada al mirarle y finalmente conseguí que se empezara a reír. Sus carcajadas eran tan fuertes que daba la impresión de que se podían oír en todos los rincones del planeta.
      Sentí como me ponía colorada, así que giré la cabeza para evitar que el lo viera. Odiaba esa parte de mi; no tardaba mucho en ponerme roja.
      Al final no le respondí. Me quedé callada y seguí mirando a Kaley, que iba balanceándose y tarareando alguna canción infantil. Lo que tenía claro era que con ese estado no podía llevarle a su casa, ni a la mía. Recordé que una vez me dijo que cuando se emborrachaba iba a la casa de su tía, Lissa. Sin pensármelo dos veces, corrí hacia ella en busca de su móvil. Después de unos minutos de lucha por su bolso, conseguí cogérselo  Intenté encenderlo.

   - Mierda.- murmuré al ver que no se encendía.
   Seguí buscando en el bolso como una loca, bajo la atenta mirada de Matt. Finalmente la encontré; una tarjeta azul con un número de teléfono en el que, con letras grandes y rojas, ponía claramente "POR SI ME EMBORRACHO." Era como si supiera que eso iba a a pasar.

   - Gracias por llamar.- volvió a repetir Lissa al venir para recoger a Kaley.
   Saltaba a la vista que, a pesar de sus veintiséis años, se comportaba como si tuviera dieciséis  Llevaba unos pantalones cortos y ajustados con unas mallas por debajo, un jersey de lana con una raya rosa fosforito en el medio y unas botas negras que le llegaban hasta las rodillas. Cualquiera que la viera pensaría que es una adolescente. Resumiendo, era la típica tía que toda chica quiere.
   Mientras se alejaban, Kaley tatareando alguna canción infantil y su tía intentando mantenerla erguida, Matt y yo nos quedamos observándolas. Empezamos a caminar sin decir nada. En cuestión de minutos me encontraba delante de mi casa. Mi despedida fue rápida, un simple "Adiós" y me fui sin esperar su respuesta.
   Abrí la puerta intentando no hacer ruido. Todo estaba en silencio y las luces estaban apagadas, lo que significaba que no había nadie despierto. No me extrañaba mucho que, a media noche, estuvieran todos dormidos, ya que mi familia era de las que madrugaban y se iban temprano a la cama.
   Subí las escaleras mientras me iba quitando la chaqueta. No pude evitar pararme delante del cuadro que se encontraba al lado de la puerta de mi habitación para observarlo. Era una foto de Jake conmigo en nuestro primer día de instituto. Recuerdo que estaba realmente nerviosa y como Jake intentaba tranquilizarme. Detrás nuestro se encontraba Derek, infiltrándose en la foto. Se pasó todo el recreo buscándome para pedirme una cita, pero mi respuesta fue negativa.
   Suspiré y entré en la habitación. Las puertas del balcón estaban abiertas y las cortinas se ondeaban por la brisa. A través de la fina tela se filtraba la luz de la luna. Me quité los zapatos para después ir a cerrar las puertas, pero me detuve al ver a Matt fuera, fumando otro cigarro. Llevaba una camiseta blanca sin mangas y me pregunté como era posible que no tuviera frío.
   Las cortinas me tapaban mientras pensaba en si salir o no. Cuando finalmente me decidí por salir el ya se había ido.

   Me desperté de golpe al oír el ruido que venía del balcón. Me levanté de la cama y, perezosamente, caminé para abrir la puerta. Matt estaba apoyado en la barandilla frotándose la nuca. Tenía una mueca de dolor que cambió por una sonrisa al verme.
   - ¿ Cómo es posible que tu lo hagas y yo no?
   Me encogí de hombros ante esa pregunta.
   - Años de experiencia.- hice una pausa en la que me giré para mirar la hora. Las tres de la mañana.- ¿ Para qué saltas?
   - No puedo dormir.- se pasó la mano por el pelo, que ahora se movía con más facilidad.- ¿ Te apetece dar una vuelta?
   - ¿ Ahora? Matt son las tres de la mañana.
   - ¿ Y? ¿ Qué pasa? ¿ Nunca has salido a la calle a estas horas? ¿ O es que eres demasiado buena para eso?
   Puse los ojos en blanco. ¿ Qué estaba insinuando?
   - Espérame abajo.- le ordené con un suspiro.
   Empezó a caminar hacia la puerta de mi habitación para salir, pero lo detuve.
   - ¿ Y qué tal si vas por tu puerta?
   - ¿ Tengo que volver a saltar?
   Me lo quedé mirando con mi cara de "es obvio." Suspiró y levantó las manos al aire.
   - De acuerdo, pero que sepas que si me mato será por tu culpo y te atormentaré.
   Me tapé la boca con la mano para no empezar a reírme y despertar a todos.
   Miré como Matt hacía su gran salto y caía en su balcón, desde las puertas. Cayó flexionando sus rodillas y cuando cayó levantó los pulgares en señal de que estaba bien.
   Caminé en el escritorio para coger la ropa que había dejado en el respaldo de la silla. Me vestí rápidamente, me hice una coleta alta y bajé por las escaleras procurando no hacer ruido.

viernes, 22 de febrero de 2013

Capítulo 2:

     
      Me tapo la cara con la almohada al oír música proveniente de la casa de al lado que me impide dormir. Lleva sonando desde las ocho de la mañana. Canción tras canción. Me levanto de la cama y salgo al balcón. Las puerta y las cortinas de la habitación de delante están abiertas y me permiten ver al mismo chico de ayer bailando penosamente mientras se imagina que tiene una guitarra.
    - ¡ Eh! ¿ Puedes bajar el volumen? - grito con la esperanza de que me oiga, pero nada.
      Me impulso en la barandilla para saltar y caer en el otro balcón con un salto perfecto. Entro y apago la música consiguiendo que mi nuevo vecino me mire.
    - ¿ Qué haces en mi habitación?
    - ¿ Qué haces tu poniendo música a las ocho de la mañana? - pregunto en mi defensa para después volver a intentar saltar, pero el chico me lo impide agarrándome por la cintura y dejando me en el suelo.- ¿ Qué haces?
    - ¿ Estás loca? ¿ Cómo vas a saltar? - señala mi balcón con la mano derecha.- ¿ Te quieres matar?
    - Si no hubieras puesto música por la mañana y me hubieras dejado dormir, ahora mismo no estaría aquí.- le empujo un poco y, antes de que me lo pueda impedir, vuelvo a saltar.- La próxima vez que quieras escuchar música utiliza esos cascos tan bonitos que llevas en el cuello.
      Cierro las puertas. Me tiro en la cama y me tapo con las mantas esperando poder reconciliar el sueño. Y lo consigo, pero justo en ese momento suena mi móvil. Suelto un suspiro para después estirar la mano y coger lo que me ha impedido dormir. En la pantalla, encima del número, pone el nombre "Kaley." Acepto la llamada y me acerco el móvil a la oreja.
    - ¿ Qué pasa?
    - Holly, te necesito. Los encargados para ayudar en la fiesta no pueden venir.- oigo como cierra una puerta antes de hablar.- Mi madre me ha dicho que le ayude y no puedo ir sola...
    - Y quieres que te acompañe.- me quito la manta de encima y me siento en el borde de la cama.- No hace falta que me ruegues.
    - Bale, voy a recogerte.
      Y sin decir nada más cuelga.
{···}
      Dejo un par de platos en la mesa y me siento en una silla que hay cerca. Miro a Kaley que sigue dando vueltas de un lado para otro. Me sorprende ver que, con lo rápido que camina y los tacones que lleva, todavía no se haya caído.
      Cuando por fin acaba camina hacia mi y, en vez de sentarse en una silla, como las personas normales, se sienta en el suelo. Apoya sus codos en la hierba y dirige la mirada hacia el cielo para dar un suspiro.
    - Haber.- empieza una vez más tranquila.- Te voy a contar el plan para esta noche.
      Abro la boca para hablar, ya que lo que acabo de escuchar no me gusta, pero ella me interrumpe.
    - Vamos a estar aquí media hora o así y después nos vamos a la discoteca.- se levanta y se sacude la falda tan corta que lleva.- No te olvides de traer ropa de cambio.
    - Ya sabes que no voy de fiesta.- me coloco a su lado.- Además, se supone que te tienes que quedar aquí.
      Suelta un bufido y pone los ojos en blanco.
    - ¿ Y desde cuando hago yo caso a mi madre, Holly? Además, no se va a enterar.
      Hago una mueca al darme cuenta de que tiene razón, ya que empezó a escaparse a los catorce y, hasta ahora, su madre no se había dado cuenta. El único problema es la posibilidad de que la señora Taylor me pregunté algo, porque entonces se daría cuenta por la poca capacidad que tengo para mentir.
{···}

    - ¿ Puedes dejar de correr? - se queja Kaley mientras intenta seguirme.
    - No estoy corriendo.
    - ¿ Ah, no? ¿ Entonces como llamas a eso?
    - Lo llamo caminar.- me paro y espero a que llegue hasta donde estoy yo.- Eres tu la que va muy lento. No me sorprende que hayas suspendido gimnasia.
      Suelta un gruñido, pero no me contesta. Por suerte para ella ya hemos llegado a nuestro destino.
      Después de echarle unos piropos al portero, Kaley, consiguió que nos dejara pasar. En lo primero que me fijo nada mas entrar es en que soy la única que no llevo algo tan corto como para que se me vea todo.
      Miro a mi alrededor, por lo visto no he tardado mucho en perderme ya que no veo a Kaley por ningún lado. Me quedo apoyada en la pare en un lugar donde no hay mucha gente. Sigo intentando buscar a mi "querida" amiga con la mirada, pero nada. Suelto un suspiro mientras me cruzo de brazos.
    - ¡ Eh! ¿ Te apetece bailar?
      Esas palabras hacen que me sobresalte. Giro la cabeza y a mi lado me encuentro con un chico de mas o menos mi edad, alto, pelo rizado, ojos verdes y una sonrisa que mata.
    - ¿ Tengo pinta de querer bailar?
      Se encoge de hombros ante mi pregunta. Mira durante unos segundos a las chicas que están bailando y vuelve a mirarme. Arquea las cejas consiguiendo que yo haga lo mismo. Me esta mirando como si hubiera visto algo del otro mundo. Seguramente sea porque llevo unos jeans desgastados, una camiseta de tirantes blanca, al igual que las all star, y una chaqueta de cuero.
    - ¿ Puedes dejar de mirarme? - le pido mientras vuelvo otra vez la vista hacia la pista con la esperanza de ver a Kaley.- Por casualidad no sabrás quien es Kaley.
      Eleva sus hombros dando a entender que no sabe.
    - Bueno, ¿ vienes a bailar o no?
    - ¿ Sabes? Creo que mi respuesta es bastante clara.- hago una pequeña pausa.- ¿ O no?
    - Tu te lo pierdes.
      Le miro intentando aguantar las ganas de reírme.
    - Podré sobrevivir con ello.
      Se queda mirándome mientras piensa en que contestar, pero una rubia no tardó mucho en acercarse a el y llevárselo sin ni siquiera darle la oportunidad de elegir. Solté una carcajada por la cara que había puesto mientras se alejaba.
    - ¡ Eh, preciosa!
      Paré de reírme para fiarme en la persona que me había llamado; un hombre de unos veinticuatro años.
    - Lo que me faltaba.- murmuré mientras el se acercaba.
      Nada mas llegar colocó su mano al lado de mi cabeza para apoyarse en la pared. Un olor a alcohol y tabaco invadió el poco espacio que me quedaba.
    - ¿ Te apetece bailar?
      Coloqué mi mano en su pecho para alejarle de mi y negué con la cabeza.
    - Vamos.- se volvió a acercar.- Sé que quieres.
    - ¡ Que te he dicho que no! - nada mas decir esas palabras dí la vuelta para irme, pero me agarró del brazo.- ¿ Que coño haces?
      Me solté bruscamente y de nuevo me volvió a agarrar.
    - Que te ha dicho que no.
      La voz, que me sonaba bastante, hizo que los dos miráramos a la persona de la que provenían esas palabras. Me incliné un poco hacia un lado y ahí estaba mi vecino, con las manos metidas en los bolsillos de sus pantalones y una sonrisa burlona en la cara.
      Se acercó a nosotros y agarró, con más suavidad, mi otro brazo.
    - Esta conmigo, así que fuera.- le ordenó a ese tipo con un leve movimiento de cabeza y este obedeció.

viernes, 1 de febrero de 2013

Princesa sin corona: "Capítulo 1"

     
    Aveces las promesas no se cumplen, pero no siempre por elección propia. Sí. Tal vez podría haberlo hecho. Podría haberse quedado aquí, pero no podía, por el simple hecho de que era menor de edad. Y ahora, se había ido. Esa persona en la que tanto confiaba ya no estaba.
      Miro el balcón que ahora esta vacio, pero por los camiones de mudanza que he visto abajo no por mucho tiempo. Por las cosas que veía que llevaban, debían ser personas de alta clase. Mi madre me había dicho que tenían un hijo de mas o menos mi edad y que podría hacerme amiga de el. Por lo visto no entiende eso de "Nadie podrá sustituir a Jake", pero aún así sigue insistiendo.
      Bajo las escaleras a camara lenta. Mis "queridos" hermanos están abajo viendo un partido de fútbol. A diferencia de Chaz, mi hermano mayor, yo soy mñas madura, o al menos eso me gusta pensar. Siempre que esta con Bryan se comporta como si tuviera doce años, algo que me da vergüenza cuando mis padres tienen esas ideas de salir todos juntos.
    - ¿ Y mamá? - pregunto mientras me siento entre ellos dos.
    - Se ha ido de compras.- Bryan hace una pausa y vuelve a hablar.- Ya sabes como es.
      Le quito el mando de la mano y empiezo a cambiar de canal cada dos por tres. Los dos me miran. Suelto un gruñido y les devuelvo el mando. Vuelven a poner el partido, lo que hace que me aburra. Me levanto y salgo de casa. El camión de las mudanzas esta a unos metros más arriba. Dos hombres vestidos de azul llevan cosas dentro de la casa de al lado. Finalmente, cuando acaban, una mujer muy elegante les entrega el dinero y el camión desaparece con los hombres dentro. Segundos después un chico con una moto, que lleva una chaqueta de cuero, aparca delante de la casa. Después de mirarme durante unos intantes, entra.
      Miro a mi alrededor. Las calles están vacías y el silencio reina en el pueblo. Empiezo a caminar rumbo a la casa de Kaley. El sol choca contra mi cara, impidiendome que vea muy bien el camino por donde voy, lo que me trae problemas a la hora de andar por las calles.
      Toco el timbre varias veces para que lo oiga y un par de minutos después la puerta se abre de golpe. Miro a mi amiga de pies a cabeza; lleva un elegante vestido y un par de zapatos de prada con unos tacones que le hacen veinte centímetros más alta de lo que es en realidad. Si antes me sentía baja a su lado, ahora me siento como una hormiga.
      Abre un poco más la puerta para dejarme pasar, lo que me permite ver todos los vestidos y zapatos que están tirados por el suelo.
    - Siento el desorden.- se disculpa ya entrando en el salón.- Es que mi madre me obliga a ir a una fiesta de no se quien y hay que ir formal.
    - ¿ Una fiesta elegante? - pregunto mientras levanto un vestido de estampado de flores y lo tiro al sillón.- Suena aburrido.
      Kaley se tira en el sofá para quitarse los zapatos sin caerse al suelo.
    - Es que es aburrido.
    - ¿ Y para qué me has llamado?
      La rubia da un largo suspiro antes de hablar.
    - Es que no se que vestido ponerme.
      Arqueo las cejas. Mi amiga se levanta del sofá y se agacha para escoger dos vestidos que se encuentran en el suelo. Los levanta para que los pueda observar. Uno de ellos, el que lleva en la mano derecha, es de un rojo pasión, ajustado y sin tirantes. El otro, el de la mano izquirda, es un poco más largo, negro y tiene una avertura de unos treinta centímetros en el lado de la pierna derecha.
      Mi mano se dirige directamente hacia el vestido negro, ya que es menos exagerado.
    - ¿ Estás segura? - pregunta mientras tira el otro vestido y el que yo he escogido se lo pone encima el cuerpo para mirarse en el espejo.
    - Sí Kaley, estoy segura. Ese color te pega más y el vestido es mucho más elegante.
      Se sonríe a sí misma antes de girarse para mirarme.
    - ¿ Tienes algo que hacer el mañana?
    - Que yo sepa no.- me tiro en el sofá haciendo que los blandos cojines se undan un poco a causa del peso de mi cuerpo.- ¿ Por qué?
    - Verás.- deja el vestido en el respaldo de una silla y se sienta a mi lado.- Es que estoy segura de que me aburriré mucho y...
      Antes de que acabe la frase, ya se que me va a decir y creo que tiene claro cual será mi respuesta: NO. Desde que empezamos el instituto, Kaley no para de intentar arrastrarme con ella a alguna de esas fiestas que, según dice, estan llenas de chicos guapos. La única vez que fui, fue cuando estaba a un mes de cumplir los quince, y no es que me lo pasara muy bien. Aquella noche fue la primera vez que me emborraché lo que hizo que me diera mi primer beso con Derek.
      La rubia empieza a ponerme caritas, todavía con la frase inacabada, con la esperanza de que le diga que si. Niego con la cabeza varias veces.
    - No Kaley. Ya te he dicho que eso de las fiestas no es lo mio.
    - Ya, pero esta fiesta es elegante.- coge el vestido que se encuentra a su lado y me lo señala.- No habrá ni alcohol, ni chicos guapos, así que no sé de lo que tienes miedo.
      Resoplo.
    - No tengo miedo de nada. Es solo que prefiero quedarme en casa.
    - Por favor Holly.- se pone de rodillas delante mio mientras entrelaza sus manos y se las lleva a la barbilla.
                                                                               {...}
      Vuelvo a casa gruñendo . ¿ Cómo es posible que acabara diciendole que si? ¿ Desde cuando me rendía yo tan facilmente? Por muchas caras que Kaley me pusiera acompañando a sus suplicas, siempre le decía que no, pero esta vez me he rendido rápido.
     Tiro las llaves en la mesita de noche, que se encuentra al lado de mi cama y salgo al balcón. Las luces e la habitación de Jake, o mejor dicho antigua habitación, están encendidad. Me apoyo con los codos en la barrandilla conteniendo las ganas de saltar al otro lado, entrar en la habitación, verle ahí y abrazarle. Darme cuenta de que todo era una simple pesadilla.
      Cierro los ojos e imágenes de la primera vez que hablé con el vienen a mi cabeza. Ahí estaba yo, cantando, igual que hacia todos los días, ya que desde que nací nunca nadie había vivido en la habitación de delante.
    - Lo haces muy bien.
Una voz al otro lado hizo que me tropezara con mi propio pie y cayera de espaldas. Me quedé ahí tumbada hasta que sentí que alguien me observaba. Al abrir los ojos me encontré con la encantadora sonrisa de un chico de mi edad observandome curioso. Le devolví la sonrisa sin saber que algún llegaría a ser importante para mi.